La gente que te deja de querer siempre te ha querido mal, a su modo, mediante un tubo que absorbe en una sola dirección. Hasta que, en un momento dado, estiman que la densidad de flujo es inferior a la deseada, se emberrinchan por ello y derraman el vaso. Entonces te mojas. Sí, al pronto llueve y sale el sol. Y te sientes más ligera: el frescor de una mañana con todo un día por delante para seguir queriendo.