Silencio. Juana de Ibarbouru Mi casa tan lejos del mar Mi vida tan lenta y cansada. ¡Quién me diera tenderme a soñar una noche de luna en la playa! Morder musgos rojizos y ácidos y tener por fresquísima almohada un montón de esos curvos guijarros que ha pulido la sal de las aguas. Dar el cuerpo a los vientos sin nombre bajo el arco del cielo profundo y ser toda una noche, silencio, en el hueco ruidoso del mundo.