La casa está habitada, aunque parezca vacía. La luz entra a raudales por las ventanas e ilude las vidas que fue…
La casa está llena de ti.
Y yo con estas manos despojadas palpo las humedades del abandono. Mas no, aún no, esta derrota en ciernes. Déjame robarme esta última reconciliación con la muerte y quedarme, un poco másmina las baldosas claras. El silencio merodea y asiste al recuerdo, recobra el espejismo .