A cierta hora. Nuria Ortega Riba

Eran unas calles naranjas.

Naranja de cáscara de naranja.

Naranja de brasa en los tejados.

A cierta hora,

el sol da de refilón en la torre de la iglesia.

A la misma cierta hora,

las voces se apagan, sobreviene la calma,

el silencio enfila plazuelas sin sombra.
Nosotros, los niños,

en el quiosco compramos unas pipas.

Sonreímos. Sentados en el respaldo de los bancos

nos preguntamos:

¿Seremos los mismos dentro de diez años?¿Recordaremos todo esto?

¿Nos enamoraremos?
Eran unas calles naranjas