Sus ventanas son ojos que me observan desde una vida antigua que fue mÃa. Las columnas no pueden sostenerla y, aunque sus piedras quieren separarse para ir hacia otro mundo, mi identidad herida las detiene. Por fuera, sin embargo, nadie dirÃa que es una casa antigua y que está sola: podrÃa ser la casa de cualquiera, pero solo es el alma donde vivoÂ